Damos de lo que nos dieron, de lo que tenemos y de lo que aprendimos:

Muchas veces esto sucede, es decir existe una reacción-efecto.

Y muchas veces convivimos con un sistema de pensamientos y acciones desde la infancia, que engloban un montón de aspectos, positivos y negativos, que hemos adquiridos de nuestro contexto a modo de aprendizaje, que se ha vuelto natural, normal y casi imperceptible ante nuestros ojos. Tal vez muchas de las cosas que hacemos que están mal, no podemos verlas como malas porque son parte de ese contexto familiar, común y conocido. Tal vez alguien nos dijo que así era como debía ser, que así era normal, y así fue como nos habituamos a practicarlo. Tal vez sea una manera de responder, de reaccionar o de percibir nuestro entorno, a veces asociaciones muy internas e inconscientes nos detonan casi impulsivamente y de manera errada reacciones y decisiones, al asumir algo que en realidad que no existe y que no es como aquellas viejas experiencias negativas conocidas y familiares que nos condicionaron de manera tan negativa. A veces ese viejo entorno no existe en la actualidad, es decir, en los nuevos vínculos que nos rodean, pero sí existe en nuestro interior, seguimos replicando aquello que fue mal aprendido.

A veces es falta de valores, o de compromisos, o los vínculos que elegimos son superficiales, elegidos para únicamente

nuestro propio beneficio, un vínculo hecho como un contrato. Es decir, soporto o uso a cambio de algún fin personal que

persigo. Estos son ejemplos, a veces estas cosas pueden resultar ofensivas para gente que se precia de dar valor al

prójimo, pero muchas veces este accionar sucede de manera muy inconsciente y sin una intención de dañar.

Por ejemplo, conozco el caso de un joven que durante toda su adolescencia y juventud se caracterizó por ser un

muy buen amigo, solidario y sostén de sus amistades en medio de los problemas, buen consejero y muy generoso en dar y compartir de lo que tenía. Pero le resultaba con cada persona que tenía como amigos que era traicionado, usado, envidiado y finalmente desechado por ellos o en caso contrario este joven se veía obligado a alejarse de dichas amistades para salvaguardar su corazón y valores personales. Como quien dice acá en el Argentina se llevaba un chasco!!! (es decir una sorpresa desagradable con las personas). Este joven cometía siempre ese mismo error y se preguntaba por qué le pasaba esto y qué era lo que hacía tan mal para no lograr obtener amigos/as que lo amaran, así como él los amaba?

Y un día decidió acercarse a Cristo y hacerle esta pregunta a Él, y Cristo con gusto le contestó, el Señor abrió su entendimiento y le mostro el proceder de su corazón y la razón de este. Cuando Cristo alumbro su entendimiento, lo que este joven pudo ver, fue a sí mismo tratando de comprar el amor de sus amistades por medio de dádivas fraternales y amorosas, si bien estas acciones del joven eran genuinas, es decir lo hacía con mucho amor y en nada parecían perjudicar al prójimo, sí era un grave error querer comprar el amor y aceptación de las personas, pues aquellas personas que demuestran algo de bondad y grandeza son aquellas que valoran al prójimo y lo respetan sin que este les ofrezca algún beneficio.

En este error que el joven cometía, descubrió que las personas que atraía eran personas egoístas e interesadas, y por lo tanto

incapaces de dar verdadero amor. El joven entonces vio su error, que de alguna manera para poder tener amigos, forzaba esos vínculos y se volvía muy imprudente dando demasiado a aquellos que no eran dignos de recibirlo, aprendió entonces de Cristo

a guardar su corazón y no querer ser como el mundo y Silvio Rodríguez enseñan: "Yo quiero tener un millón de amigos". ya que descubrió que Cristo valía por más de un millón de ellos y decidió quedarse a construir una eterna amistad con Él en su diario andar. Ahora este joven ya no da al prójimo esperando una amistad, sino que da motivado por un amor más desinteresado, esperando que la gente se vuela a Cristo encontrando en Él un buen amigo, así como él también lo encontró.

Este es un ejemplo y testimonio de alguien que arrastraba algo aprendido previamente en su contexto, y repetido por mucho

tiempo de manera muy inconsciente, con una motivación errada pero también con buenas intenciones, a veces lo sutil es más

difícil de ver. Y Cristo está trabajando en nosotros para quitar y exponer ante nuestros propios ojos todo aquello que es un

modo errado de pensar, actuar y vivir. Muchas veces, al igual que este joven, las cosas no nos salen bien a pesar de que actuamos genuinamente e intentando hacer lo correcto. Cuando esto pasa es evidente que algo no está bien y que necesitamos los ojos escudriñantes de fuego de Cristo para mostrarnos el error y con ello la salida.

Nos llama el Señor a buscarlo y pasar tiempo en su presencia y despojarnos día a día de la vieja forma de vivir y proceder, para formar el nuevo hombre y mujer en Cristo, conformados al evangelio del Señor y no a los mandatos de este mundo.

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